jueves, 10 de enero de 2013

Carta a l@s futur@s trabajadores/as del sistema de salud mental.


por Enajenadxs - La Haine. Granada

Antes de nada, hay que indicar que esta carta quiere tener como destinatari@s a tod@s aquellas personas que actualmente se encuentran en periodos de formación que supuestamente desembocarán en un ejercicio profesional enmarcado en el área de la salud mental (psicólog@s, psiquiatras, trabajadores-as y educadores-as sociales etc); respecto de aquellas personas que se encuentran estudiando estos temas con un interés meramente económico, morboso o que buscan algún tipo de reconocimiento social, tan sólo diremos que I@s declaramos nuestr@s enemig@s de antemano. A quien realmente queremos dirigirnos es a tod@s aquell@s que dicen querer dedicarse a estas cuestiones con la intención de ayudar a otras personas cuyos desequilibrios o patologías (o lo que sea) les han conducido a una situación de sufrimiento.
La intención de este texto es la de tratar de provocar una reflexión que creemos indispensable en todas aquellas personas que vayan a formar parte de las instituciones que configuran el entramado del Sistema de Salud Mental (SSM). Reflexión esta, que creemos que casi nunca se llega a dar, gracias entre otras razones a la complicidad de las autoridades académicas.
La cuestión que planteamos, es que a I@s estudiantes de estos campos les falta un punto de vista fundamental a la hora de querer afrontar la problemática de la enfermedad mental, a saber: el del propio enfermo o enajenado. Realmente, éste es presentado a I@s alumn@s como un sujeto escindido cuyas consideraciones, palabras o sentimientos carecen de valor, excepto el que puedan tener para elaborar un diagnóstico de esos a los que la mayoría de psicólog@s y de psiquiatras son tan aficionad@s. Pues bien, aquí estamos para tratar de enseñaros, desde la condición de enajenad@s con la que algún simpático profesional nos etiquetó en su día, algunas cositas que jamás os dirán en vuestras aulas.
Para poder ser capaz de ejercer una actividad realmente terapeútica, hay que abandonar todo tipo posicionamiento que implique superioridad; se debe destruir el rol existente según el cual el terapeuta es un individuo lúcido y "entero" frente al pobre, descarriado y equivocado enfermo. Esa ayuda que pretendéis prestar (y que de todo corazón esperamos que lleguéis a prestar) supone una relación de confianza que obviamente no puede ser impositiva ni jerárquica. Esta relación de confianza es precisamente todo lo contrario a lo que se está practicando en las instituciones vigentes, ésta es una de las deficiencias que nos sirven como base para criticar dichas instituciones, y de paso hacer lo suyo también con los poderes académicos que prefiguran los valores que más tarde serán vigentes en los despachos, consultas y hospitales. Por tanto, lo que en primer lugar queremos pediros es que comenzeis por no asumir lo que sale de boca de expert@s, catedrátic@s y profesores-as como algo incuestionable y correcto; si así fuera, las patologías irían remitiendo progresivamente, en vez de desarrollarse de manera espectacular a la par de sus supuestos progresos científicos (tanto en el campo teórico como en el práctico)..
Si vosotr@s que sois I@s terapeutas del futuro no afrontáis con algo de capacidad crítica los conocimientos que se os presentan en vuestras facultades, ni os preocupáis por ahondar en las contradicciones sociales, en buscar en nuestra cotidianidad los orígenes de la enfermedad (en las formas de producción, en la configuración del trabajo, en el estado de las relaciones sociales, en las actuación de las diferentes instituciones que rigen nuestras vidas -desde la familia, al SSM o el sistema legal- etc.) entonces por un lado nosotr@s lo tendremos igual de jodido que ahora, y por otro vosotr@s estaréis lejos de aportar esa ayuda que pretendisteis. En todo caso dispondréis de una serie de conocimientos y capacidades que servirán para mejorar alguna de las situaciones en las que podemos encontrarnos, pero jamás constituirán una herramienta eficaz con la que hacer frente a la enfermedad en cuanto tal, pues mientras que no se ataque a la situación que desencadena los síntomas, los terapeutas tendrán como principal función la de poner "parches" y poco más.
Posiblemente ya estéis adivinando a donde queremos llegar Creemos que cuando una persona toma la decisión de estudiar unas materias concretas con la finalidad de ejercer en el ámbito de la salud mental, debe plantearlo teniendo en cuenta un conjunto de factores que a menudo (desgraciadamente) son tomados a la ligera, parece ser que con las "ganas de ayudar" es suficiente ... ejercer como terapeuta es una decisión política,
supone intervenir de forma directa en la realidad en la que se vive, supone en definitiva un riesgo que nos tememos no todo el mundo está dispuesto a aceptar. De otra manera seréis lindos surtidores de medicamentos o aplicaréis perfectamente las terapias estipuladas en vuestros manuales, os convertiréis en un engranaje más de la absurda máquina nos discrimina, nos encierra, nos droga ... contribuiréis más a la perpetuación de la enfermedad que a su erradicación. No necesitamos que nadie nos juzgue, que nadie nos eduque, ni mida nuestras inadaptaciones basándose en los parámetros que su maravilloso mundo "normal" le ha proporcionado. Necesitamos vuestra fascinación por las cabecitas humanas, vuestro saber ... necesitamos que nos enseñeis a ver lo que no podemos, a hacer frente a nuestras dolencias.
Hace falta gente en el sistema de salud mental público que no nos llene la boca de pastillas nada más aparecemos por la puerta, nos gustaría poder solicitar ayuda libremente sin el miedo a ser despreciad@, o encerrad@, o a ser drogad@ sin más.
Sabemos que algunas terapias pueden ayudar en casos concretos, sin embargo nos están negadas ya que lo más normal es que sólo se pueda acceder a ellas por medio de terapeutas privados ... y ya se sabe, su saber tiene un precio que sólo unos poc@s pueden pagar (como anécdota sin importancia podemos comentar que un apreciado catedrático de la Complutense aplica terapias cognitivas-conductuales al módico precio de 50.000 pesetillas la hora; seguro que el muy cabroncete está orgulloso de la ayuda que ofrece).
Si queréis ayudarnos venid con nosotr@s, luchad de nuestra mano, rechazad el mandato social de domesticación que habéis recibido, combatid junto a nosotr@s la violencia segregada por este "mundo normal", actuad como agentes de transformación que desenmascaren la represión que nos hunde en la mierda, asumid el riesgo. Si no queréis complicaciones siempre podréis seguir yendo a la facultad, copiar apuntes, preparar exámenes y pensar en la fiesta del fin de semana ... EI problema" es que vuestra decisión tiene consecuencias reales muy dolorosas, y si seguís en el redil, algún día tenéis que responder a un millón de porqués y contestar que sois un@s mandad@s, que sólo cumplís con vuestro trabajo no eliminará vuestras responsabilidades. Decidid qué es lo que en verdad os importa, cuales son vuestras aspiraciones, elegir el bando en el que queréis estar ... con I@s enferm@s o con I@s dominadores, perpetuando las condiciones existentes o destruyéndolas e inventando unas que no ahoguen nuestra existencia.
A día de hoy ya hay una cuestión que es fundamental para el futuro de I@s estudiantes de psicología y de psiquiatría principalmente. Dentro de muy poquito se pondrán en marcha reformas universitarias que afectarán de lleno a los estudios que hasta ahora se han venido cursando. Estas reformas giran en torno al controvertido Informe Bricall, en esencia se potenciará la participación de capital privado en las facultades y los planes de estudios de las mismas vendrán determinados por "las exigencias del mercado". Esta mercantilización de la universidad pública tiene unas consecuencias especialmente
peligrosas en los ámbitos de la salud mental que no son demasiado difíciles de entrever: se fomentará la medicación salvaje (más si cabe de lo que ya se practica ...), que es realmente la gallina de los huevos de oro, la industria farmacológica introducirá aún más sus tentáculos en las facultades, afectando a los programas de estudios y ofreciendo becas de investigación con la finalidad de generar más dividendos y nuevos adict@s. Como podréis adivinar, al mercado poco le importan las terapias que no generen dinero, es decir aquellas que no contengan una medicación por la que haya que pagar, el estudio e investigación de las mismas podría en un futuro inmediato verse seriamente afectado; poniéndonos en el peor de los casos, parece ser que todo apunta a que el lnsalud seguirá una política de medicación masiva (lo cual se traduce en menos profesionales en el campo de la salud mental, puesto que es más barato medicar en serie que tener especialistas y tratar a l@s afectad@s de una manera continuada y seria) y el resto de alternativas quedarán cada vez más en manos privadas. Quién haya tenido alguna experiencia con el SSM sabrá que estamos lejos de estar tan sólo imaginándonos supuestos, lo que amenaza tan solamente es una radicalización de lo que ya está ahí: diagnóstico y medicación en 30 minutos, 3 semanas para obtener una cita en un centro de salud mental, sesiones de 15-20 minutos una vez a la semana etc.
La única manera de alterar el futuro es cambiando el presente, y eso nadie lo va a hacer por nosotr@s. Tenedlo en cuenta en la próxima huelga, en la próxima manifestación, cuando penséis que realmente esa historia no tiene que ver con vosotr@s.
Desde luego que en los tiempos de apatía que corren tenemos todas las de perder y todo lo comentado anteriormente parece destinado a caer en saco roto, pedir a la gente que se haga este tipo de reflexiones puede parecer desperdiciar el tiempo. La rebelión no está de moda, eso ya lo sabemos, pero entended que a nosotr@s nos va la vida en ello.despe 

miércoles, 3 de octubre de 2012

Carta de Winnicott a Lacan.


11 de febrero de 1960

Estimado Dr. Lacan:
            Me alegra mucho tener el quinto volumen de La Psychanalyse y le escribo para agradecerle que haya publicado una traducción de mi artículo sobre los Objetos Transicionales. Me parece que alguien se ha tomado un inmenso trabajo en torno de los detalles de la traducción, y probablemente haya sido usted mismo. De cualquier modo, a usted le debo que este artículo esté disponible ahora en lengua francesa.
            He estado trabajando en su artículo sobre la Teoría del Simbolismo en recuerdo a Ernest Jones, pero aúno no he asimilado apropiadamente su significado ni evaluado su importancia.
            Dicho sea de paso, mi apellido termina con una doble “t” (Winnicott), pero esta clase de cosas no me preocupan.
            No me he olvidado que usted me preguntó si podía leer un artículo por aquí, y sin duda debe pensar que me he mostrado muy indolente al respecto. En verdad, sabrá lo que quiero significar si le digo que primero era necesario que la Sociedad hiciera un pedido oficial a un Miembro de la Societé Psychoanalytique de Paris. Creo que ahora esto ya ha sido arreglado y que alguien vendrá a darnos una conferencia, tras lo cual quedaremos en libertad para invitarlo a usted. Lamento que tenga que haber sido dispuesto de este modo, pero también lamento la división del psicoanálisis francés, y permanentemente deseo que puedan volver a unirse. Temo que el malestar haya aumentado a punto tal que ya no pueda corregírselo, pero desde mi punto de vista las personas que se hallan a uno y otro lado de la controversia siguen siendo muy humanas, hombres y mujeres corrientes que luchan por algo que cada cual cree que es lo bueno.
            Mi esposa y yo recordamos con el mayor placer la cena con que usted nos agasajó en su departamento, aquel día en que su hija rompió una botella de vino en la cocina. Quisiéramos saber cómo anda ella, y le enviamos a todos ustedes nuestros mejores deseos.

Muy atentamente,
            

viernes, 15 de junio de 2012

¿Por qué la medicina? Una respuesta a la pregunta de Foucault : Allouch

En el libro "El Psicoanálisis ¿Es un ejercicio espiritual? Respuesta a Michel Foucault", Jean Allouch le responde al autor de "El Poder Psiquiátrico", algunas de las críticas que Foucault le hizo al psicoanálisis. Rescata afirmaciones de los últimos años de vida del autor, en las que elogia en Lacan el valor que  merece, es decir, la valentía. El valor del valor. Allouch se nutre de otro valiente, Foucault, y pareciera decirle "maestro, nosotros no somos eso", y tengo por la palabra maestro mi mayor respeto. Me es fácil la imagen Allouch alumno: la desobediencia debida.
Allouch hace una propuesta militante: "Actualmente, no veo otra política posible para el psicoanálisis que la siguiente: cuanto más extendida, imponente y dominante se revele la función psi, más se hace preciso apartarse de ella" . De este modo, Allouch le responde a Foucault, a su "¿No es acaso la razón del llamado foucaultiano a la valentía del psicoanalistas? . Allouch pide que le reconozcan la valentía. 


Cita en su libro Allouch a Foucault:
"[...]la pertenencia a una escuela, la iniciación, la formación del analista, etc., todo nos remite a las cuestiones de la condición de la formación de un sujeto de acceso a la verdad, aunque se las piense en términos sociales, en términos de organización. No se las piensa en la veta histórica de la existencia de la espiritualidad y de sus exigencias. [...] El precio pagado ha sido por supuesto el olvido de la cuestión de las relaciones entre verdad y sujeto**[**El manuscrito aclara, con respecto a la relación verdad-sujeto, que el hecho de no haber "sido pensada nunca teóricamente" ocasionó "un positivismo, un psicologismo del psicoanálisis"]. Y me parece que lo que constituye todo el interés y la fuerza de los análisis de Lacan es precisamente eso: es que me parece que Lacan ha sido el único después de Freud que quiso volver a centrar la cuestión del psicoanálisis precisamente en la cuestión de las relaciones entre sujeto y verdad [...] en términos que pertenecían al mismo saber analítico, trató de plantear la cuestión que es históricamente, propiamente espiritual: la cuestión del precio que el sujeto tiene que pagar para decir la verdad, y la cuestión del efecto sobre el sujeto debido  que ha dicho, puede decir y ha dicho la verdad sobre sí mismo. Al hacer resurgir esa cuestión, creo que hizo resurgir efectivamente en el interior mismo del psicoanálisis la más antigua tradición, el más antiguo interrogante, la más antigua inquietud de la epimeleia heatou, que ha sido la forma más general de la espiritualidad" (El psicoanálisis ¿Es un ejercicio espiritual? Respuesta Michel Foucault. pp. 53-54)
(Cuando busqué en el Seminario que no leí, "La hermenéutica del sujeto", la cita a la que Allouch hace referencia, busqué cómo empieza la frase con la que inicia la cita: 1) "La idea de una posición de clase, de efecto de partido, la pertenencia a un grupo ( la parte en negrita omitió), la pertenencia a una escuela, la formación del analista ... y luego encontré esta afirmación mientras Foucault marca similitudes entre el psicoanálisis, el marxismo, y las prácticas espirituales 2) En su "Envío", apartado con el que comienza el texto, Allouch cita a Foucault respecto a la primera frase de el párrafo que a continuación cito completo: "No digo para nada que sean formas de espiritualidad. Me refiero a que volvemos a hallar, en esas formas de saber, las cuestiones, las interrogaciones, las exigencias que, me parece -si echamos una mirada histórica sobre algunos milenios, al menos uno o dos-, son las muy viejas, las muy fundamentales cuestiones de la epimeleia heaoutou, y por lo  tanto de la espiritualidad como condición de acceso a la verdad". 
 Me pregunto. ¿Cuáles habrán sido las otras formas de espiritualidad que no eran las más generales? )
"Simplemente quería ser "psicoanalista". Lo que para él suponía una ruptura violenta con todo aquello que tendía a hacer depender del psicoanálisis de la psiquiatría o convertirlo en un capítulo un tanto sofisticado de la psicología. Quería sustraer al psicoanálisis de la proximidad, que consideraba peligrosa, de la medicina y de las instituciones médicas. No buscaba en él un proceso de normalización de los comportamientos, sino una teoría del sujeto" ( El psicoanálisis ¿Es un ejercicio espiritual? Respuesta Michel Foucault. p.54 )
(Foucault dice lo que es ser psicoanalista. Allouch dice lo que no es ser psicoanalista)
"Pienso que el hermetismo de Lacan se debió al hecho de que quería que la lectura de sus textos no fuera solamente una "toma de conciencia" de sus ideas. Quería que el lector se descubriera a sí mismo, como sujeto de deseo, a través de su lectura. Lacan quería que la oscuridad de sus Escritos fuese de la complejidad misma del sujeto, y que el trabajo necesario para comprenderlo fuese un trabajo que había que realizar sobre uno mismo" ( El psicoanálisis ¿Es un ejercicio espiritual? Respuesta Michel Foucault. pp. 54-55 )
"Lo que pasó, por supuesto, es que ni una ni otra de estas dos formas de saber [se trata del marxismo y del psicoanálisis] ha considerado muy explícitamente ese punto de vista de manera clara y valiente" (El psicoanálisis ¿Es un ejercicio espiritual? Respuesta Michel Foucault. p. 55)

El libro de Allouch es sumamente interesante. En este  texto Allouch pide que se lo reconozca como valiente. Se hace reconocer como un valiente y un psicoanalista por Foucault. Para ser correctos, como psicoanalista, un psicoanalista es valiente, según Allouch. Psicoanalista le pueden decir sus analizantes, yo considero que Allouch es un valiente porque paga el costo. 
De los seminarios de Foucault sólo leí "El poder psiquiátrico" y "Los anormales", por lo que no puedo realizar apreciaciones sobre lo que Foucault afirmó en otras obras, sino sobre los recortes que Allouch hace de ellos, para hacerle decir a Foucault tal o cual cuestión. 
Como Allouch, fui detrás de la pregunta ¿Por qué la locura del lado de la medicina? De la salud, me pregunto hoy. Fui guiado por esa pregunta a "El poder psiquiátrico", al que llegué porque Allouch lo recomendó en una charla gratuita que dio en la Facultad de Psicología de la UBA. "¿Cuántos aquí leyeron "El poder psiquiátrico"?" preguntó y yo no era parte de esos siete. "Más que en París" contestó. 
En ese seminario tampoco encontré la respuesta a la pregunta compartida con Foucault, que Allouch comparte en este libro intentando apartar al psicoanálisis de la función psi ¿Por qué la medicina? Una respuesta encontré a partir de leer a Raúl Zaffaroni, en su libro "La palabra de los muertos". Sostengo una respuesta que pude formular articulando  Foucault, Allouch y Zaffaroni. 
No supongo que el lector leyó alguna  de las obras a las que hice referencia, por lo que le pido me disculpe si no soy lo suficientemente claro como para poder transmitir los interrogantes de un modo tal que provoque su interés en el tema, la lectura de esos libros o ir a bucear en ellos.  
Lo que tengo para aportar me vino de la mano de otro gran lector, el Dr. Raúl Zaffaroni, Juez de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, autor de "La cuestión criminal", que publicó en fascículos, una acción militante, en el diario Página/12, con maravillosas obras de Rep. Ese libro es una adaptación de difusión masiva de la obra "La palabra de los muertos. Conferencias de criminología cautelar". 


En las citas que siguen creo está la explicación del por qué de mis afirmaciones:


"Pero Foucult lleva más lejos su investigación y se pregunta acerca de los alienados: ¿por qué la medicina? ¿Por qué la medicina cuando la disciplina impuesta en los asilos no se distingue de la que se ejerce en los cuarteles, las escuelas, los orfanatos, las cárceles? Con este nuevo giro, nos espera una sorpresa. Señala en efecto que no es el saber médico lo que constituye la diferencia entre el médico y un administrador cualquiera que detenta el poder, porque agrega que no hay conexión, ni siquiera laxa entre el saber y la práctica de los alienistas [subrayado mío SG]; ambos, el saber y la práctica, sigue su camino por un lado (y sigue siendo así, la psicofarmacología no lo ha modificado). En cambio, para conseguir que el alienado admita la realidad que se le contrapone y que se pretende que sea más coercitiva que su delirio, se apela nada menos que al cuerpo mismo del médico: un cuerpo imponente, un cuerpo que se impone (puede verse ya en la primera lección del curso), un cuerpo que adquiere, como muestra Foucault, las dimensiones el mismo asilo. Pero también en este punto Foucault no cede a la facilidad; una vez más, se pregunta acerca de ese cuerpo: "¿Por qué no un director administrativo, por qué un médico?". Respuesta: porque el médico sabe. Pero se objetará, ¿acaso el mismo Foucault no observó que el saber del médico precisamente no interviene en su práctica? Sí, por cierto. Sin embargo lo que importa no es que el médico detente un saber útil para el tratamiento, sino que lleve las marcas de un saber supuesto, supuesto por la misma inscripción de esas marcas. Dichas marcas, diríamos con Lacan, lo convierte en un ser supuesto saber. Y Foucualt describirá las astucias de los médicos para que cobre consistencia frente a todos, estudiantes, enfermeros, administradores y, por supuesto, enfermos, esa impresionante figura de un doctor que sabría mejor que el enfermo lo que corresponde al enfermo y a su enfermedad. La más ostensible y la más repugnante de esas astucias es la presentación de enfermo, y no es un buen signo que aún hoy siga siendo ampliamente practicada en algunos sitios lacanianos. Foucault precisa:
Son esas marcas del saber, y no el contenido de una ciencia, las que le permitirán al alienista funcionar como médico en el interior del asilo. Son esas marcas del saber las que le permitirán ejercer en el interior del asilo un "super-poder" absoluto, e identificarse finalmente con el cuerpo asilar (El Poder Psiquiátrico, p221-222)
(El psicoanálisis ¿Es un ejercicio espiritual? Respuesta a Michel Foucault. Ed. El cuenco de plata. pp.23-25)"

Me detendré ahí para compartir una apreciación intentando hacer un aporte: considero que en el libro de Allouch no se responde la pregunta ¿Por qué la medicina? y esto porque intenta responderla con los aportes de Foucault y Foucault no llega a responder en "El poder psiquiátrico" esa pregunta. Foucault responde qué hizo la medicina con la locura. Es cierto que "son esas marcas del saber, y no el contenido de una ciencia, las que le permitirán al alienista funcionar como médico en el asilo. Son esas marcas del saber las que le permitirán ejercer en el interior del asilo "un super-poder" absoluto, e identificarse finalmente con el cuerpo asilar", como Foucault afirma, pero eso no responde al ¿Por qué la medicina? Porque la medicina no era la única práctica que por las marcas del saber le permitía ejercer en algún interior "un super-poder", porque ese lugar a la medicina se lo otorgaron. ¿Por qué le dieron ese lugar a la medicina?  ¿De qué lugar se trata?
La respuesta a esta pregunta, que a continuación comparto, la encontré en Zaffaroni. Lo más nuevo que leí de Allouch es el libro al que hago referencia y no sé cuánto publicó después, pero se que lo hizo, así como también que el libro de Zaffaroni es posterior al de Allouch. Publico este texto con la ilusión de que Allouch lea esto, que no haya leído a Zaffaroni, y satisfacerme con la miseria de ganar por la obra de otro.  Ojalá esté pagando.


El primer manotazo de los médicos: la patologización del crimen. En 1563 un médico de los Países Bajos, Johann Wier (o Weier o Weyer) (1515/6-1588) publicó en Basilea De Praestigüs Daemonum (Las tretas del demonio), libro que rápidamente corrió por Europa, en el que sostenía que las brujas eran enfermas melancólicas. También señalaba que algunas mujeres sufrían el efecto tardío de ciertas drogas, como la belladona (atropina), el opio y el hashish. De este modo sustraía a las brujas del poder de los inquisidores y las psiquiatrizaba. Por otra parte distinguía a las brukas –casos de enfermedad- de las envenenadoras, que eran auténticas criminales.
            Esta obra es la primera tentativa de patologizar y medicalizar el crimen, o sea, de apoderarse de la cuestión criminal por parte de los médicos
            (…)
            Siempre el discurso inquisitorial tiende a ser puramente peligrosista.” (
“La palabra de los muertos”. E. Raúl Zaffaroni. Pag. 37. Editorial EDIAR.)


            “En síntesis: discurso de emergencia, medicalización y discurso crítico. Hemos visto, pues, que (a) el siglo XV se cierra con al consolidación de la estructura de un discurso criminológico de la emergencia que para combatir al enemigo –Satán- legitima un ejercicio ilimitado del poder punitivo con el pretexto de la necesidad de la defensa; (b) el siglo XVI asiste a la primera tentativa criminológica de medicalización del delito; y (c) el siglo XVII enuncia la estructura del discurso criminológico crítico del poder punitivo”(“La palabra de los muertos”. E. Raúl Zaffaroni. Pag. 42. Editorial EDIAR.)
En la genealogía del poder punitivo, Zaffaroni fue más lejos que Foucault, sirviéndose de los aportes de éste, entre algunos otros. Piensa los discursos, qué sostiene las prácticas punitivas, los dispositivos creados para tal efecto, los tipos de relaciones sociales que son precisas para el sostenimiento de dichas prácticas, las consecuencias de esas relaciones. Foucault se sirve de la dialéctica para las genealogías que realiza.
¿Por qué la locura cayó en el campo de la medicina? Y cuando digo campo no lo hago con el sentido que le otorga Bourdieu, de los primeros en quitarle a Foucault los sonidos de las explosiones provocadas por hablar en términos militares. La locura cayó en el campo de la medicina y padeció los combates que ahí dentro sucedían, que como todo combate se sostiene por poder. Poder condicionar el accionar de otro. Así sea que se rinda.
Zaffaroni buscando analizar quiénes participan en se campo de combate y de qué modo, introduce a la medicina como un cuerpo que se presenta para ser parte de la guerra. ¿En qué momento del relato del combate que hace Zaffaroni dice presente la medicina? Cuando se discute quiénes iban a tener el poder de decir quiénes eran los seres punibles y quienes no, si el sujeto había sido o no consciente del acto al momento de cometerlo. "¿Por qué la medicina cuando la disciplina impuesta en los asilos no se distingue de la que se ejerce en los cuarteles, las escuelas, los orfanatos, las cárceles?" Porque a la medicina la escucharon cuando pidió la pelota, que la escuela no podía pedir. La escuela tiene que disciplinar, no dice a quienes. El cuartel obedece lo que le ordenan repetir, a ellos les dicen. Los orfanatos son para los hijos de los delincuentes, desde la lógica burguesa los niños que están en los orfanatos están porque sus padres son unos delincuentes, no hicieron lo que tenían que hacer, no hicieron lo que la ley dice, el Estado obliga a la familia con todas las obligaciones que la ley impone. No podría haber sido ninguno de los otros que también sostienen discursos disciplinarios. Fueron los médicos porque tenían previamente el poder de decir, de construir realidad y salieron a decir que querían ser ellos los que tuvieran el poder de decir. Que otros decidieran por ellos, que los eligieran, y fue lo que pasó. Dirían lo que sea, pero dirían. 
Zaffaroni da cuenta de este médico de los Países Bajos, que sus afirmaciones son una declaración de "queremos ser nosotros los que les digamos a quién castigar". ¿Por qué a la medicina le darían el poder de deciDIr? Por eso, por obedientes. Esto demuestra la falsedad de "la verdad" del trabajo interdisciplinario. Le dieron participación a otra disciplina que las del derecho y la lógica de las prácticas de la medicina no era distintas a las lógicas de las otras prácticas con poder que intervenían. Más de lo mismo, más castigo. Y si se le dio lugar a lo que un médico tenía para decir, es porque en esos lugares la palabra del médico tiene lugar. Y si tiene lugar algún condicionamiento impone su presencia. Los elementos presentes en un lugar condicionan la circulación por el mismo. Donde hay una cosa no hay otra. 
Zaffaroni profundiza respecto al poder que otorga la capacidad de construir realidad, de ahí el poder de la criminología mediática al que se refiere. Como bien señala Foucualt, el poder psiquiátrico, "la función psi", otorgan poder a la realidad, eso es lo que hacen, también muchos que se dicen psicoanalistas. ¿Por qué la medicina? Porque los médicos tenían poder de construir realidad, por eso no les fue difícil darle el poder a ella. De hecho fue lo que hicieron. En tiempos en que los médicos tenían poder de construir realidad, se pudieron a disposición de la construcción de un poder, disciplinario, para otorgarle poder a la realidad, a decirles "Sí, porque ellos dicen", "No, porque es uno de los nuestros". Tanto la medicina como el poder disciplinario sostienen su práctica en el porvenir, fue por ello que la medicina tenía con qué responder a la locura, aunque no encuentre respuesta, justamente porque busca. Ay los buenos sentimientos, nos dijo Pizarnik.


Esta es la respuesta que me doy al por qué cayó la locura en el campo de la medicina. ¿En qué campo meter lo fuera de campo, lo que saca del campo de batalla? Me atrevo a decir que la locura es una consecuencia lógica del lenguaje. La locura no se puede decir, la verdad se medio dice, no todo se puede decir, no se puede decir todo. "El problema de la locura es que paraliza" me dijo un loco mexicano. ¿Dónde? Entiendo por qué cayó la locura en manos de los médicos, los muchachos pidieron la pelota, y ahora son los dueños de la pelota. Primero fue la pelota, después la panza. ¿Pero por qué creyeron que era un tema de médicos? ¿Antes cómo respondían para ahora dejar lo que conocían en manos de profesionales?  
"El problema de ustedes los occidentales, es que son separatistas -me dijo un músico de un pueblo originario- nosotros somos integracionistas, para mí tiene la capacidad de escuchar algo que yo no. A él lo eligieron para hablarle". La diferencia de pensar al otro en más o en menos, que tiene o que le falta. Wittgenstein hace referencia a que la herramienta del lenguaje se rompe, y lo dice quien estuvo en las trincheras del 18, que no todo se puede decir, que de lo que no se puede hablar hay que callar, que uno no elige la boca con la que grita su dolor, que lo que no se puede decir se muestra.  El Tractus es una muestra de lo que no puede decir. 
Del lado de la enfermedad no, reafirmo cuando leo "5000 adioses a Puerto Argentino" de Daniel Terzano, psicólogo ex combatiente, que fue a Malvinas como conscripto, cuando terminó su prorroga universitaria.
"En varios lugares, al hablar de esta guerra y de su escenario, he visto repetirse la palabra "alucinante". Yo mismo, especialmente en aquellas noches de niebla junto a la bahía, tuve que nombrar con esa palabra mi experiencia.... Y con aquella otra, tan cercana: "delirio.
"Alucinación", "delirio": signos de la locura... Y es que estuvimos locos, o para ser más exactos, estuvimos en la locura. Quisiera borrar de esto todo matiz romántico (aquello que se quiere decir comúnmente en expresiones como: "toda guerra es una locura"): yo hablo aquí, estrictamente, de una situación en la que somos despojados de todo marco de referencias conocido (nuestra casa, nuestro trabajo, nuestra amistad, nuestro amor) y llevados por una fuerza extraña a una situación que se transforma así en un corte de nuestra experiencia normal, en una circunstancia absolutamente extraña a nosotros. Representado irónicamente, ese momento es tan ajeno a nuestra historia que en ella (en el presente cuando se lo vive, en el pasado cuando se lo recuerda) se transforma en una isla.
Este libro nace de una necesidad de encontrar los lazos de unión de esa experiencia con mi vida tal como era antes de ella y tal como es ahora... Y nace de una imagen: de la imagen de unos galpones de chapa junto al agua, en la desembocadura del arroyo, en el nacimiento de la bahía que a cinco kilómetros costea Puerto Argentino. Siempre es de noche (siempre, seguramente, es la misma noche). Siempre está esa niebla tan cerrada que las luces del pueblo desaparecen, y sólo se escucha el chapotear de las gaviotas sobre el agua tranquila de la bahía. Siempre hace un frío cortante y un está sólo, montando guardia justo a aquellos galpones, viendo a lo lejos el fuego que aparece y desaparece al levantarse la manta con que han cubierto la entrada a otro puesto de guardia...
No puedo decir que recuerdo esta imagen; ni siquiera puedo decir que es una imagen: es más bien un clima, una sensación. Y esta sensación aparece muchas veces en mí; desde hace algún tiempo. Aparece y desaparece sin la voluntad y la causa que comúnmente mueve y justifica a al memoria.... Entonces siento la misma desolación, el mismo frío, la misma extrañeza original, y después una tensión interna del cuerpo, o mejor: una tensión hacia lo interno, una contracción, y cuando todo esto pasa  (y apenas dura un segundo) vuelvo al presente, y recuerdo (entonces sí "recuerdo") cuántas veces en aquellas noches sentí que podía llegar a verlos más.
Este libro nace de esa imagen y contra esa imagen, de esa extrañeza y contra esa extrañeza.
Han pasado casi dos meses desde que escribí este comienzo. Aquel día estaba completamente seguro de encontrarme, finalmente, frente a la posibilidad de contarlo TODO, de golpe, sin interrupción.
Pero ¿Qué es TODO?; ¿qué fue TODO en aquellos dos meses de guerra? Y al fin de cuentas ¿qué puede hacer la palabra con TODO? : trazar límites, dejar fuera e incluir, conservar y perder, elegir, brillar a costa de infidelidades, callar cuando todo empieza, hablar cuando todo calla... Recuerdo a Barthés, que hace treinta años resumió tan hermosamente lo que tiene entre manos un escritor moderno si quiere reflejar la terrible diversidad de su mundo: "una lengua espléndida y muerta".(Daniel Terzano. 5000 Adioses a Puerto Argentino. pp.14-17 Ed. Galerna)

Lo peor de la locura es que deja afuera. A costa de brillar por infidelidades, la intención es difundir la pregunta ¿Por qué del lado de la enfermedad? Los analistas dan lugar a las preguntas.
Estas preguntas en boca de Foucault, pueden acercar a muchos a preguntas que no se han hecho, que por boca de otros autores quizá no llegan. ¿Por qué deberían interesarles? Porque tiene que ver con el psicoanálisis. Foucault y Lacan algo dijeron sobre la relación entre el sujeto y la verdad. Los sujetos habitan el tiempo en un lugar y de algún modo. Allouch afirmando que:
 "Actualmente, no veo otra política posible para el psicoanálisis que la siguiente: cuanto más extendida, imponente y dominante se revele la función psi, más se hace preciso apartarse de ella" 
No fue más que un intento que de apartarme.

lunes, 7 de mayo de 2012

Psicoanálisis y políticas públicas

Comparto la exposición realizada en las Jornadas de los compañeros de la Cátedra libre Oscar Masotta.
Santiago Gómez.


Rubén Caligaris: En el marco de las jornadas pensamos el panel sobre “Transferencia, ética y abstinencia” como un modo de introducir términos y concepciones que consideramos pilares para pensar la clínica psicoanalítica, que introduzca la posibilidad de su escucha, que es siempre de lo singular.

Freud consideraba la transferencia como resistencia al tratamiento y también como motor del análisis. Sobre la transferencia se abren lecturas diversas, que se articulan a nuestra concepción de lo inconsciente, y que no serán sin consecuencias en la dirección de la cura.

Considerando estas afirmaciones... ¿cómo pensamos lo inconsciente? ... y desde allí, la ética en el psicoanálisis ¿consiste en trabajar para el bien del paciente? ¿O tiene que ver con poner en suspenso ese objetivo por medio de la abstinencia?

Recordemos que Freud plantea la abstinencia no como un papel pasivo, sino activo.

Y a partir de ese aporte que nos hace nos podemos preguntar ¿lo ideológico está presente en la clínica?, ¿nuestros prejuicios también?, consideramos que sí, pero que nos abstenemos de ponerlos en juego... retomamos aquí los tres pilares freudianos: análisis personal, supervisión y estudio para trabajar con ese material que es la palabra.

Consideramos que en los lugares que nos habilitemos a trabajar desde el psicoanálisis, la revisión de nuestros fundamentos nos remite a una ética, la del psicoanálisis.

Santiago Gómez:

Aclaración
El texto que sigue es producto de la corrección que realicé a la desgrabación que los compañeros tuvieron la generosidad de realizar, de lo dicho en el tiempo con el que me honró la Cátedra Libre Oscar Masotta, en las Jornadas “Psicoanálisis, salud mental y políticas públicas” que tuvieron lugar en la Facultad de Psicología, de la Universidad Nacional de Rosario. A la desgrabación le agregué partes del escrito que elegí no leer en ese momento. Una decisión acertada. 

SG: Buenas tardes a todos. Ante todo agradezco a los compañeros de la Cátedra la invitación. Tenía pensado leer pero dada la dinámica de la jornada prefiero poder verlos cuando hablo y apostar por que se arme un intercambio, un debate.  Más allá del eje que atraviesa a la mesa, está el titulo de la jornadas: “Psicoanálisis, salud mental y políticas públicas”, por lo que  voy a tratar de poder pensar, desde esa convocatoria, cómo hacerle un lugar al psicoanálisis dentro del Estado, sin detenernos mucho en los distintos modos de pensar a dicha institución.
Cuando queremos pensar en psicoanálisis y políticas públicas, debemos pensar en quién es el que está a cargo de ese Estado, gestionando, del que esperamos ciertas cosas para poder pensar y analizar las políticas públicas que se puedan llevar adelante. No existen “las política de Estado” en la modalidad única como algunos las plantean, intentando institucionalizar un modo de hacer política del pasado o tierras lejanas; sino no estaríamos viviendo este momento histórico, iniciado en el 2003, en el que hubo, justamente, un cambio en la política pública que cortó con un modo de gestionar el Estado que nos llevó a la crisis del 2001. Carezco de un conocimiento preciso sobre las políticas públicas que se están llevando adelante tanto en Santa Fe como en Rosario por lo que no haré referencia a las mismas.

Opté por articular psicoanálisis, política y Estado. De la salud mental no me voy a ocupar porque la verdad, no sé lo qué es la salud. No es por una cuestión de salud que exijo mejores condiciones de existencia. El psicoanálisis aloja eso que algunos no le dan lugar o dan lugares objetivantes al devenir de las existencias de los sujetos, por eso la importancia de la presencia del psicoanálisis en el Estado, para propiciar más lugares para el Sujeto. Nosotros no trabajamos con la salud, trabajamos con discursos que generan lugares, esos lugares tienen modos de habitarse que son nominados según la lógica de funcionamiento de ese discurso, que, como todo discurso, establece diversas posibilidades de relaciones a establecerse entre aquellos que ocupan lugares en él. Entonces, encuentro un punto en común entre el psicoanálisis y la política: la posibilidad de que un sujeto ocupe otro lugar en el discurso o se pregunte al respecto qué lugar ocupa en el discurso.
Cuando uno piensa lo político, aparece la diferencia que posibilita la identidad política.  Quiero aclarar que el termino identidad plantea una problemática compleja, porque la identidad cierra. ¿Alguno de ustedes puede decir yo soy? Así, la mínima expresión de la política plantea una alteridad, otro modo posible de existir, de habitar el tiempo, aunque este no esté bien definido. Lo político requiere de al menos tres.
Sucede que se trata de lugares a ocupar también la política, de que el otro ocupa un lugar, que quizá se quiere ocupar. Cuesta soportar a otro, así como también aceptar que requiere ceder soportarlo. Qué ceder es un conflicto, por qué ceder. El malestar en la cultura da lugar al conflicto por ceder. El malestar en el lenguaje. Debemos batallar entonces en el campo del lenguaje, ya que el sujeto es producto de una alienación a este, que se organiza como un discurso. Entonces ¿Cómo no vamos a intervenir en el modo en el que se organizan los discursos y accionar por construir uno diferente?

Pensemos en esto de salir a disputar políticamente; porque está muy bien la discusión teórica, es enriquecedora para la vida política, pero una cosa es discutir o pensar cómo se ocupan esos lugares, cómo se actúa en esos lugares y otra cosa es salir a disputar lugares, eso es, para mí, hacer política. Hacer política en el sentido de construcción de un grupo de personas que se reconocen en un deseo y actúan con la intensión de ser cada vez más los que sostengan determinado discurso, y así poder cambiar de lugar a muchos sujetos que le tocaron el resto de los lugares. Los que no quiere nadie.
Política es todo acto que transforme la realidad. Hacer política es buscar que muchos hagan actos que transformen la realidad en un sentido determinado. Con la intensión de posibilitar la mayor cantidad de lugares a la hora que un sujeto tenga que decidir por dónde sigue la historia.
Para hacer política hay que reconocer que ese otro existe, que ocupa un lugar, por lo tanto, no todo lugar se puede ocupar. Estas jornadas dan cuenta de que hay quienes crearon lugares y la presencia de ustedes muestra que había otro lugar para que ustedes habiten. Me parece maravillosa la cantidad de gente presente en este evento. Abre a una discusión política, en un espacio político, como la universidad, que tiene un discurso determinado, donde se espera que ustedes habiten de cierto modo estos lugares y la palabra que habita aquí dentro tiene poder de verdad en estos tiempos. Vivimos el tiempo de los especialistas. Mientras no cuestionemos estas cosas, cuando le dan lugar a nuestra palabra en los medios de comunicación nos citan como profesionales, sino es la mera opinión de un militante político, que claro está, es mucho más valioso.
La Cátedra Oscar Masotta construyó un lugar para otro decir, evidentemente no alcanzaba con los lugares que había. Esto es otro modo de hacer política en la universidad. Acá se le da lugar al deseo que trajo a tantos estudiantes a la Facultad de Psicología y no a la de Ciencias Económicas. Porque los estudiantes van a la facultad a estudiar, prefieren leer sobre psicología o psicoanálisis antes que textos de sociología o política, en su mayoría, claramente. Si esto no fuera así las discusiones que se dan en las carreras serían mucho más ricas. Estas jornadas dan lugar al psicoanálisis y a las políticas públicas, es decir, la política de un Estado determinado. Esta política nos invita a pensar el psicoanálisis y el Estado; pensar el lugar del Estado cuando salimos a disputar espacios políticos y darle un lugar al psicoanálisis en él. El psicoanálisis no da lugar a las políticas públicas y así tiene que ser, porque las políticas públicas son universales. Mi experiencia de formación fue en el Estado, con una perspectiva psicoanalítica. Uno se pone en el lugar de analista en el dispositivo analítico, uno después no es analista. Estamos atravesados por el psicoanálisis cuando estamos fuera del dispositivo, lo que posibilita la creación de programas o proyectos con perspectivas psicoanalítica. Una perspectiva psicoanalítica posibilita dar lugar al Sujeto, lo que implica, como algunos hacen, pensar la política pública por el caso por caso. Las políticas públicas se tienen que pensar universales.
Los conflictos teóricos, son conflictos políticos de otro tipo, sirven de herramienta para la batalla política, y nos posibilita reconocer que no se puede avanzar al mismo tiempo en todos los frentes, la correlación de fuerzas no da para todo, por eso surgió la necesidad de actuar. Si se pudiera solucionar todo problema ya, para qué salir a convocar a otros para que participen en la construcción de una solución.
Si sabemos que también es una batalla en el campo del lenguaje y que el sujeto es producto de una alienación a este, cómo no vamos a intervenir en el modo en el que se organiza el lenguaje, los discursos, y en las consecuencias que tiene dentro de la lógica del poder dominante que a uno se lo nombre de una manera o de otra. Quienes cuestionamos los saberes dominantes, debemos intervenir cuando observamos que se objetiviza al Sujeto y hasta muchas veces aplicando acciones punitivas con el psicoanálisis como fundamento. Se utilizan palabras del diccionario psicoanalítico organizadas de un modo tal que sean funcionales a la objetivación propia del discurso disciplinario, haciendo futurología de conductas con acciones del pasado.
La historia condiciona, no condena. Quienes sabemos de la escisión del Sujeto cuando estamos en el Estado, debemos propiciar lugares para que el sujeto apueste a una transformación, que no es posible en el lugar de objeto. Propiciar un lugar para el psicoanálisis en el Estado es propiciar un lugar para el Sujeto, no sólo para el ciudadano. Dar lugar desde el Estado a la angustia. “La angustia como un elemento determinante, como una experiencia decisiva de transformación del sujeto, de franqueamiento de su propia identidad o como pasaje de un estado a otro en una experiencia humana” según nos dice Jorge Alemán.
No se trata de que queramos constituirnos como el saber dominante, sino de cuestionar el saber del poder, que se constituyó como tal por su funcionalidad con el poder dominante de un momento histórico determinado. El psicoanálisis no puede ser cómplice del poder disciplinario.
Como analistas sabemos también de los efectos que tienen en el sujeto, los lugares en los que habita y el modo en el que lo hace. La cultura requiere condiciones para habitarla y espacios posibles, que si no se cumplen tiene consecuencias. Ahí nos ofrecen, también, la institución cerrada como lugar. Algunos que tenemos también un lugar en el Estado, como otro lugar desde donde ampliar los espacios para que habite el Sujeto, reconocemos que el psicoanálisis no es el único camino de acceso a la verdad, también hay otras prácticas, la parreshia es un ejemplo.

Algunos hablamos que hay algo que nunca va a cerrar, hay algo que siempre tiene un resto. Algo hay que ceder para estar dentro del lenguaje. La palabra no nombra la cosa, la verdad se medio dice. No todo se puede decir. Pero no estoy planteando que por conveniencia política no todo se pueda decir, o que no se puede decir por una cuestión inhibitoria o sintomática. Estoy refiriéndome a que no todo se puede nombrar. Como plantea Wittgenstein la herramienta del lenguaje se puede romper y eso que no se puede  nombrar se muestra y a esos modos de mostrar lo que no se puede decir algunos lo llamamos locura. Otros lo llaman psicosis, con las consecuencias que ello tiene. Y sí nosotros nos reconocemos como sujetos estructurados por el lenguaje a eso que se muestra, que algunos no quieren ver, también el Estado le tiene que dar lugar, pero el lugar para la locura no puede ser el lugar de objeto. Si consideramos que el loco busca a otro que pueda alojar su verdad, no podemos servirnos del cuerpo que encarne la locura para asegurar el poder del discurso disciplinario. Cada vez aparecen más lugares que son instituciones cerradas disfrazadas de gente que se dice que trabaja desde el  psicoanálisis. La frazada del psicoanálisis es casi tan grande como la del peronismo. A veces uno dice: “Sí ese es peronista, yo no”. Bueno dentro del psicoanálisis es lo mismo, a veces uno dice “entonces yo no”.
A mí me parece muy importante para ordenarnos poder revisar el análisis que va a hacer Foucault en “El poder psiquiátrico” de los discursos. ¿Cuál fue el viraje entre las relaciones de poder médico y la familia? No hay que olvidarse que el poder médico surge primero como poder y luego como saber, un saber que tambalea por todos lados. Pero esto no es propio de los médicos, cuántos egresados de la carrera de psicología o trabajo social, otorgándole poder a la realidad, condicionando los modos de existencia de los sujetos con los que entra en contacto por el lugar que el poder del discurso dominante les otorga. Lo que Foucault llamó “la función psi”, que la encontramos en  un montón de profesionales que se explican las conductas del sujeto o por el diagnostico (como sí explicara algo) o por la historia. Los que trabajamos con chicos escuchamos siempre el típico comentario de profesionales: “con esa madre que podés esperar”. Nosotros tenemos que pensar que el sujeto siempre puede emerger, sino objetivamos, y que en el Estado el psicoanálisis tenga un lugar implica la posibilidad de que exista la posibilidad de que un sujeto sea acompañado en la búsqueda de su verdad, soportando la angustia, del que acompaña y el acompañado, como un pasaje en un momento de transformación subjetiva, ahora, siempre sabiendo que en ese lugar (hospital por ejemplo) no somos funcionarios públicos. Y lo que emerja en ese espacio, que de la puerta para afuera puede ser sancionado o condenado, nosotros ahí no sancionamos, porque allí no estamos en el lugar de agente de control. No puede haber lugar al hasta ahí del poder disciplinario. Me parece también que el lugar del analista, o mejor cuando uno se pone a trabajar con una perspectiva analítica, plantea un “hasta acá”. Hasta acá te acompaño. Sino después aparecen situaciones donde alguien que vivió una violación del derecho, y de golpe el Estado se mete por todos lados  y se mete con cosas que no se debería haber metido pero es porque considera que son sanas. Como dice Rubén Darío: “No tiremos lo que no se cayó”.
Un amigo, Cesar González, fue uno de esos pibes que cayó detenido a los dieciséis años por secuestro extorsivo. En el instituto en el que estaba encerrado, apareció un día un profesor de magia y les preguntó a los que se acercaron a su propuesta de taller: ¿Ustedes saben porque están acá? A lo cual todos respondieron: “Sí, por robo”, y este profesor le respondió:”ustedes están acá por pobres, porque delitos cometemos todos, algunos se sancionan y otros no”. Este profesor les acercó un libro, “Operación Masacre”  y Cesar lo empezó a leer y se empezó a apropiar de eso que alguien esperó de él. Ese profesor de magia tiró muchas líneas y picó una, pero lo importante es que picó. Y Cesar cuenta que cuando escribía y le llevaba a la trabajadora social o a la psicóloga lo que estas devolvían era “vos estas acá por choro, no por poeta. Con suerte, tu futuro es que consigas un laburo en negro”. Por eso a veces me pregunto, ¿Qué tiene que hacer una psicóloga adentro de una cárcel? O mejor ¿En función de qué podemos decidir sobre la libertad o privación de la libertad de una persona? ¿En función de qué se nos ocurre que podemos ocupar el lugar de la ley?  ¿Ese es el lugar para el psicólogo en el Estado? También me parece que cada uno tiene la opción de ver en qué lugar ponerse, digo, uno puede ser parte de instituciones disciplinarias, del poder disciplinario y esta capilaridad que tiene, el lugar del último relevo, uno tiene la opción como último relevo de no repetir la misma práctica disciplinaria. Darle el lugar al sujeto es a eso, a una apertura, un “yo no sé lo que va a pasar, pero lo sostengo”. Ahora bien, ¿Cómo se cuantifica esto? ¿Cómo se mide la eficacia de esa política pública? ¿Debe ser medible? Y habría que pensar, ¿siempre se pensó así un proyecto epidemiológico? ¿Siempre se pensó que la salud tiene que ver con los profesionales de la salud? ¿O nos olvidamos quién fue el primer ministro de salud de la historia Argentina? Para pensar la salud hay que pensar otra serie de hechos que deben estar previamente garantizados, porque si no es la práctica de los 90, los talleres que mandaba el Ministerio de Salud de la Nación, creados por el Banco Mundial donde la idea era ver cómo se le enseñaba a la gente pobre a que lave bien la verdura o como blanquear el agua. ¡Ahí es donde yo digo más salud no! De lo que se trata es de hacer una sociedad más justa, pero no por la salud. Hay gente que dice, la salud es terapéutica, otros dicen la libertad es terapéutica. La libertad es poder subvertir. ¿Qué tiene que ver eso con lo terapéutico?
Entonces, a mi me parece que tenemos que hacernos un lugar dentro del Estado. Hacernos un lugar con una perspectiva psicoanalítica implica diferenciar que una cosa es un ciudadano, otra cosa es un sujeto y otra cosa es un objeto y eso es diferente a explicar un programa en función de las patologías, porque en la práctica común no nos sirve. No tratar de ir en contra de cualquier posición política o práctica que se lleve adelante pensándolo desde la falta: “Le falta recurso simbólico, le falta palabra, le falta el nombre del padre”. Como dijo Oscar Masotta, “la falta es una cuestión de derecho, no de hechos, en lo real no falta nada”. Sino ¿Quién es el qué está completo? Sí nosotros podemos empezar a pensar en relación a los modos de operación  del lenguaje y cómo ese sujeto va a poder pensarse y sostener la posibilidad que se piense que lugar ocupa en ese discurso. Uno puede tener una postura donde dice “cualquier línea teórica para ejercer la práctica no”. Yo trabajé cinco años en Moreno donde la línea de trabajo era el psicoanálisis, pero además de eso hay una definición política de por qué no otra práctica como, por ejemplo, la conductista ¿Cómo le voy a imponer yo a un sujeto cual es  la idea del Bien? No le puedo decir que él está errado o que actúa mal. ¿En ese lugar me voy a poner? No. Entonces uno puede tomar una línea teórica, pero a su vez diferenciarse de cierta línea por cuestiones políticas. Y a su vez poder hacer una lucha dentro del campo del psicoanálisis cuando aparecen algunos con prácticas objetivantes, cuando se quieren explican las cosas por el diagnostico;  como dice el dicho “Cuando Juan habla de Pedro, habla más de Juan que de Pedro”, entonces en esta necesidad de objetivar me parece que hay mas una necesidad de poder afirmar su propia subjetividad, como profesional, como médico,  o trabajador social o como el lugar que quiera ocupar del saber, y del poder. Porque la cuestión también es poder pensar que cada poder tiene su saber funcional del momento. Se pone de moda tal porque es el más funcional al poder dominante del momento histórico que sea.
Entonces, a mi me parece muy valiosa la jornada justamente por esto, es una posibilidad de tener una discusión donde uno puede estar pensando el Estado, cómo habita ese Estado y donde se puede pensar también cómo ese Estado puede actuar a través de las políticas públicas para que su población también habite de un modo o de otro. Ahora, reconociendo que a la hora de entrar en la práctica analítica no le podemos decir al otro como tiene que habitar, cada uno habita donde puede y goza donde puede. Y el goce es esto que no tiene sentido. Y darle lugar al psicoanálisis en el Estado tiene que ver con poder pensar un sujeto más allá de un ciudadano y también que el sujeto pueda acercarse a su verdad preguntándose cuál es el lugar que ocupa en el discurso. Muchas Gracias

miércoles, 28 de marzo de 2012

Los padres esperan.


El proyecto de reforma del Código Civil, con las correspondientes modificaciones a la Ley de adopción que pronto serán votadas en el Congreso de la Nación, debe servirnos para pensar quienes tenemos poder en los procesos judiciales filiatorios, si también tenemos algo que ver con las demoras en los tiempos de adopción, razón por la cual es necesaria una nueva ley.

La familia, que promueven fortalecer los Estados modernos, es una institución con la que todos nos relacionamos de alguna manera y, quizá, sin pensar la lógica de su funcionamiento. De la familia se espera que actúe bien. El art. 646 a) del Proyecto de Reforma del código civil, establece que “es deber de los progenitores cuidar del hijo, convivir con él, prestarle alimentos y educarlo”, y en el art. 647 “Se prohíbe el castigo corporal en cualquiera de sus formas, los malos tratos y cualquier hecho que lesione o menoscabe física o psíquicamente a los niños o adolescentes. Los progenitores pueden solicitar el auxilio de los servicios de orientación acargo de los organismos del Estado.” Estos son deberes y obligaciones de los progenitores. ¿Pero qué pasa cuando no los cumplen?
Poder soberano.
Foucault investigó a través de “El poder psiquiátrico” la lógica del  poder disciplinario, surgido en tiempos del poder soberano, dando cuenta de la relación de la familia con estos, ubicando a la misma dentro de la lógica de este último tipo de poder. Según el también licenciado en psicología francés, el poder soberano tiene tres caracteristicas: “una relación de poder que liga al soberano y al súbdito según un par de relaciones asimétricas. Por un lado la sustracción, por otro, el gasto;”(1) […] “lleva la marca de una anterioridad fundadora. […] El hecho de que toda relación de soberanía se funde en una anterioridad y se reactualice a través de una serie de gestos más o menos rituales se debe a que, en cierto sentido, es intangible y está dada de una vez por todas, pero al mismo tiempo es frágil, siempre susceptible de caducidad, de ruptura.  […] para que esa relación de soberanía se mantenga efectivamente, siempre existe la necesidad de cierto complemento de violencia o cierta amenaza de violencia que está por detrás de esa relación, que la anima y la sostiene”(2). La última característica de las relaciones de soberanía, es que “no son isotópicas.”(3) “La familia, en cuanto obedece a un esquema no disciplinario, a un dispositivo de soberanía, es la bisagra, el punto de enganche absolutamente indispensable para el funcionamiento de todos los sistemas disciplinarios.”(4)

Se espera que esos progenitores cumplan con lo exigido. ¿Pero qué pasa cuando no sucede?  “Cuando la familia se hace trizas, cuando deja de cumplir su función, no tarda en introducirse – y esto se advierte con mucha claridad también en el siglo XIX - toda una serie de dispositivos disciplinarios cuyo papel consiste en mitigar sus flaquezas: aparición de las casas para niños expósitos y los orfelinatos, apertura entre 1840 y 1845 de un conjunto de hogares para delincuentes juveniles, lo que se llamará infancia en peligro”(5), nos dice Foucualt y es ahí cuando los profesionales somos convocados. “Aquí tenemos entonces, toda una suerte de trama disciplinaria, que se precipita (subrayado mío) cuando la familia falla y constituye, por consiguiente, la avanzada misma de un poder controlado por el Estado en los casos en los que ya no hay familia; pero esa avanzada […] no se hace jamás sin referencia a ella ni sin un funcionamiento cuasi familiar o pseudofamiliar.”(6) A esa precipitación, Foucault la llama “función psi”, la cual puede ser ejercida por todos aquellos que interviene en representación del Estado cuando la familia falló. ¿Hay familias que no fallan?
El cerco por la escritura.
"Lo único que tiene que hacer un padre por un hijo es esperarlo”, dijo Kafka y lo comparto, agregando que es lo mismo que tiene que hacer una madre, esperar por un hijo. La familia no es el único modo de organización social en la que han podido ser recibidos los recién llegados al mundo, pero es la que prima en nuestra cultura y la que el Estado exige. La valoración moral de la familia está plasmada en las distintas culturas y sus leyes. Haber sido dado en adopción es considerado, generalmente, una desgracia, aunque quienes vieron la película “Ser digno de ser” lo pueden considerar una salvación. A los de África se lo permiten. En la Argentina hay muchos niños esperando padres y muchos de esos niños están esperando porque hasta que este gobierno derogó la Ley de Patronato, los jueces, con sus equipos interdisciplinarios, decidieron que no tenían buenas familias, por lo tanto había que garantizarles a esos niños un buen hogar, y los mandaron a uno de esos tantos hogares que Favio nos contó que conoció en “Crónica de un niño solo”, obra que creo fue posible porque hubo en su historia alguien que actuó como el hombre de la última escena: ponerlo en el lugar de que él también podía, mientras el niño pobre deseaba un caballo que soportara el peso de andar con su cuerpo.
Se es padre o no. Se exige que haya padres. ¿Por qué entonces la barita del buen padre? Los padres deben sostener a los hijos. ¿Pero qué sostiene a los padres? Quienes tenemos poder de voz a través de informes, solicitados por un juez, sobre quiénes pueden ser padres y quienes no, podemos rechazar como futuros padres a personas que hacen o hicieron lo que tantos padres de  universitarios. Tenemos el poder de privar a un hijo de un padre, porque no es como nos parece debe ser.
Mientras se sostiene, desde la ley, la importancia de la familia, a algunos se los deja sin quien cumpla las funciones que se esperan de ella. La sociedad promueve eso. Lo importante es tenerla. Sostenerla es el peso. Un padre se sostiene solo, o eso se espera. Muchos de los que no pudieron sostenerse en el lugar de los padres esperado durante los 90, repitieron la violencia vivida, sobre sus hijos. Recuerdo año 2002 en la Villa 31 bis, una madre que me decía “le pego porque no soporto no poder darle una respuesta a su demanda insistente de qué vamos a comer. Qué vamos a desayunar, qué vamos a almorzar, qué vamos a cenar. ¡No lo soporto!”  Donde se termina la palabra, comienza la violencia y también la locura. Sabemos que no sólo los hombres les pegan a los chicos. La violencia se aplica sobre el más débil, no por género y por eso.


Los que no pudieron ser.


Por eso me parece muy valioso que el proyecto enviado al Congreso en el artículo sobre los malos tratos incorpore la importancia del auxilio del Estado, para que aquellos que mal tratan a sus hijos sin desearlo, tengan un espacio donde haya lugar a su deseo. Como dijo Freud, hay quienes repiten activamente lo vivido pasivamente y, agrego,  hay quienes piden castigo por esta repetición. Muchos de esos padres a los que hoy se juzga, acertadamente, de violentos son muchos de esos chicos a los que les justificamos sus conductas violentas por su historia de vida. La violencia es un modo en el que la Historia se muestra y que no se quiere ver, y está bien que así sea, pero la respuesta no puede ser sólo punitiva. Porque si cuando la juventud  marginal actúa violentamente para adquirir aquello que considera que el corresponde, no queremos que vayan presos. ¿Por qué hay quienes piden prisión si el mismo procedimiento lo aplican sobre sus parejas? Hay quienes no pueden ser, sobre quienes  Zaffaroni nos habla: “Los seres-siendo que no pudieron seguir siendo: El ser humano (el Dasein del Heidegger de la antropología filosófica) es un ser-siendo, y los que nos interesan en nuestra materia son únicamente los seres-siendo que no pudieron seguir siendo, porque lo impidió violentamente alguien (o muchos)”(7)  ¿No será por falta de otros que esperen de nosotros, lo que se espera que esperen los padres, que pasa mucho de eso? La espera reconoce la dimensión del tiempo, historiza, dibuja un futuro deseado en el horizonte para aquel que anda por el mundo. “Qué podés esperar de estos pibes” escuché tantísimas veces en mi trabajo con jóvenes de barrios marginales. Una marca del fin de esa época es la acertada publicidad de la AUH, en las que muchos niños pudieron volver a decir “yo quiero ser” porque hay quienes sostienen esa espera.
A los profesionales el Estado nos da la posibilidad de evaluar quiénes pueden ser padres, no buenos padres. Con un mal padre se puede hacer algo. ¿Qué hacer sin padre cuando la sociedad obliga a tenerlo?
1. “El poder psiquiátrico” M. Foucault. Pág. 62.
2. Ibid. Pág.63
3. Ibid.
4.  Ibid. Pág.105
5.  Ibid. Pág. 108
6. Ibid. Pág.110
7.  La palabra de los muertos” Raúl Zaffaroni. Pág.15

martes, 27 de marzo de 2012

El baño del lenguaje.


por Santiago Gómez

El baño del lenguaje en el que es recibido el sujeto,  conlleva la mentira del entendimiento para satisfacer la necesidad de vivir. No se trata del poder hacerse entender del pequeño cachorro, sino de que haya alguien ahí para darle sentido a su accionar. Del mal entendimiento depende esa vida. Las letras del sentido marcan su cuerpo. Necesita de otro que espere entenderlo. Que le de sentido. El cachorro arma cuerpo con el sentido que le dieron. El cachorro cubierto de sentido es un sujeto. Perdimos al cachorro. Cuánto cachorro moviendo los brazos ante una mirada que no registra. Qué, cuando no hay palabra del otro con que pedir. Más allá de la trampa del decir con palabras de otro. Qué cuando no hay palabra por pedir. Ex – preso. ¡Ay del lugar que le toque a ese cachorro! Si le toca chorroca-gó.


El baño del lenguaje cubre todo de sentido. Bajo las aguas del sentido emerge el Sujeto. Aguas que no han de quedarse quietas, que no todo lo cubren.  Innombrables que emergen intempestivamente de la laguna que supimos mirar, se nos ponen enfrente haciéndola espejo; rompiendo las aguas, descubiertos de sentido, sin una gota de letras. Completamente fuera del agua, lo innombrable se tornó reflejo. El reflejo se volvió, miró hacia atrás y supo de qué lugar emergía la imagen y en la novela de qué personaje tenía ese lugar. 


El baño del lenguaje no todo lo cubre.


El sujeto es producto de la alienación al lenguaje, el Sujeto se produce en la desalienación. El Sujeto ocupa un lugar en el lenguaje. El lenguaje está ordenado. Ordenado como un discurso. Los discursos tienen lógicas. Las lógicas determinan los lugares en el discurso. La lógica del discurso dominante posibilita los mismos lugares en diferentes discursos. De este modo, hay marcas de varios discursos en el cuerpo del sujeto. La lógica establece lo verdadero y lo falso. Hay lugares verdaderos. Hay falsos lugares. La tensión en la relación que entre los elementos del discurso se establecen, condiciona los lugares a habitar. La lógica del discurso dominante condiciona los posibles lugares a habitar por el sujeto. Lógica que entra de diversas maneras en el primer baño de lenguaje que recibe al sujeto. Hay modos de posicionare frente a la lógica dominante. Hay modos de habitar los lugares, el lenguaje. El Sujeto que interroga su lugar en el lenguaje puede desalienarse. Salirse de lugar. No hay Sujeto sin lugar. Hay lugares sin Sujeto. ¿El loco es el salido del agua que no puede volver, uno que no termina de ahogarse fuera del agua del sentido? Fuera del agua del sentido se está solo. También bajo el agua. ¿A qué lugar llegué? El Sujeto está solo, en medio de todo esto.



lunes, 8 de agosto de 2011

Entrevista a Focuault sobre Lacan

Esta mini entrevista de Michel Foucualt, fue publicada en un diario italiano el 11 de septiembre de 1981, a dos días de la muerte de Lacan.
J. Nobécourt -Suele decirse que Lacan ha sido el protagonista de "una revolución del psicoanálisis". ¿Piensa que es exacta y aceptable esta definición de "revolucionario"?

M. F.-Yo creo que Lacan habría rechazado ese término de "revolucionario" y la misma idea de una revolución en psicoanálisis. El quería simplemente ser "psicoanalista". Lo que a sus ojos suponía una violenta ruptura con todo lo que tendiera a hacer que el psicoanálisis dependiera de la psiquiatría, o a hacerlo un capítulo algo sofístico de la psicología. El quería sustraer al psicoanálisis de la proximidad, que consideraba peligrosa, de la medicina y las instituciones médicas. Buscaba en él no un proceso de normalización de los comportamientos, sino una teoría del sujeto. Es porque, pese a la apariencia de un discurso extremadamente especulativo, su pensamiento no era ajeno a los esfuerzos que se habían hecho para cuestionar las prácticas de la medicina mental.

-Si Lacan, como usted dice, no ha sido un revolucionario, es totalmente cierto que sus obras han tenido una influencia muy grande en la cultura en las últimas décadas. ¿Qué es lo que ha cambiado después de Lacan en los modos de ser de la cultura?

M. F.- ¿Qué ha cambiado? Si me remonto a los años cincuenta, la época donde el estudiante que yo era leía las obras de Lévi-Strauss y los primeros textos de Lacan, me parece que la novedad era la siguiente: descubríamos que la filosofía y las ciencias humanas vivían sobre una concepción muy tradicional del sujeto, y que no era suficiente decir, con algunos, que el sujeto era radicalmente libre, y con otros, que estaba determinado por condiciones sociales. Nosotros descubrimos que había que buscar liberar todo lo que se esconde detrás del empleo aparentemente simple del pronombre "yo" [je]. El sujeto, una cosa compleja, frágil, de la que es tan difícil hablar, y sin la cual no podemos hablar.

-Lacan tuvo muchos adversarios. Fue acusado de hermetismo y de "terrorismo intelectual". ¿Qué piensa de esas acusaciones?

M. F.- Pienso que el hermetismo de Lacan se debía al hecho de que él quería que la lectura de sus textos no fuera simplemente una "toma de conciencia" de sus ideas. El quería que el lector se descubriera él mismo [lui-même] como sujeto del deseo a través de esta lectura. Lacan quería que la obscuridad de sus Escritos fuera la complejidad misma del sujeto, y que el trabajo necesario para comprenderlo fuera un trabajo a realizar sobre sí mismo [soi-même]. En cuanto al "terrorismo", solamente subrayaré una cosa: Lacan no ejercía ningún poder institucional. Los que lo escuchaban querían escucharlo, precisamente. Solo aterrorizaba a los que tenían miedo. La influencia que uno ejerce nunca puede ser un poder que se impone.